Veía la vida pasar a través de la ventana.
Espectadora de los hechos,
inmóvil persona que observaba sin participar,
sin arriesgarse a dar un paso más por miedo a fallar.
Y muchas veces se lamentaba
por no haber sido un poco más valiente
por no traspasar la ventana
y vivir activamente,
pero a pesar de lamentarse,
siempre se quedaba allí,
en el marco que le separaba del resto del mundo.
Tenía miedo de que le volviesen a hacer daño
(como sucedió hace años)
y así había trascurrido su vida desde entonces
espectadora de una vida que pasaba
y ella sólo observaba.
Y un día,
no sabría explicar muy bien el porqué
la habitación se le antojó pequeña
el mundo de fuera atrayente
y traspasó el umbral
que le separaba del resto de la gente
Ya no era espectadora
ahora ya era actora
No veía, no observaba
si no que… vivía, actuaba.
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