viernes, 23 de noviembre de 2007

Cárcel de incomprensión y silencio

Me atas.
Me limitas.
Me siento prisionera.
Aunque no te des cuenta, me encierras.
Y me gustaría poder ser libre,
libre de pensamiento.
Y alma.
Y saber y hacer lo que realmente quiero.
Y que lo conozcas
Y que sepas comprenderme
No te das cuenta.
Nunca lo has hecho.
O has intentado hacerlo
Parece que no te importa.
Sé que no es verdad.
Que siempre estás ahí.
Pero demuéstralo.
No me ignores.
No me hagas sentirme una prisionera,
Que sólo habla con su carcelero
En determinados momentos.
Así es como me siento
Así es como lo veo
Y no estoy sola
En esta cárcel de silencio e incomprensión que me rodea.
¿Cómo qué no te das cuenta?
¿Por qué es tan difícil
que mires un instante a tu alrededor
y nos observes,
nos mires más allá de las apariencias,
que llegues hasta nuestro interior?
Puedes hacerlo
Tan sólo...
.... tan sólo tienes que intentarlo.
Es más fácil de lo que parece.
Te lo aseguro.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

¿Recuerdas, Atenea?

¿Recuerdas, Atenea, cuando éramos dioses, cuando éramos inmortales?
Podíamos hacer lo que deseáramos: volar hasta la estrella más lejana del universo, sumergirnos en el mar más profundo, escalar la montaña más alta… Ser lo que quisiéramos ser, sumergirnos en los sueños y no salir hasta que decidiéramos, transformarnos en cualquier objeto, cosa o persona sin importar lo que sucediese, viajar hasta los confines y experimentarlo todo…
Creer que todo era posible, que todo lo podíamos hacer realidad...
Éramos inmortales.
Éramos dioses.
Pero ahora… ahora sólo somos simples mortales. Con pies firmemente amarrados al suelo, con el mismo cielo sobre nuestras cabezas todo el tiempo, con cadenas invisibles que nos atrapan y condenan a esta existencia monótona y gris, lejos de los colores de la inocencia, lejos de todo lo que una vez conocimos, lejos de nuestros sueños, lejos de lo que una vez fuimos...
Nos convertimos en simples seres humanos con sus miedos e inseguridades ante el futuro incierto y desconocido, sin recordar que uno mismo puede construirlo como y cuando quiera.
Nos convertimos en lo que somos ahora.
Nos convertimos en adultos.
¿Recuerdas, Atenea, cuando éramos dioses, cuando éramos niños?