miércoles, 15 de julio de 2009

¿Por qué?


¿Por qué?, me preguntaste, apoyándote en el borde del cristal. Y yo no te respondí. Seguí fingiendo que no te veía. Que no estabas ahí. Que no me mirabas con aquellos ojos suplicantes y las manos llenas de sangre. El cabello alborotado y las ropas hechas pedazos, mostrando manchas amarillentas junto con los nuevos moratones.
¿Por qué?, volviste a repetir, sin que tu voz encontrase destino. Sin paredes que devolviesen el eco. Encerrada como estabas, cualquier intento de pedir ayuda era en vano. Nadie te escucharía. Nadie llegaría a tiempo.
Yo sólo sonreí. Y me apoyé en la pared. Dejé resbalar mi espalda por los azulejos del baño. Tú fuiste cayendo conmigo. Desapareciendo del espejo.
¿Por qué? Porque no quería seguir sufriendo.
Cerré los ojos, dejé que la sangre siguiera saliendo de mis venas y ambas nos abrazamos a la oscuridad.

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martes, 23 de junio de 2009

Nadie

No era nadie. Caminaba sin chocar con las personas, perdiéndose en sus siluetas. Fijándose en sus rostros y expresiones. Deseando ser como ellos. Queriendo convertirse en aquello que ya no podía alcanzar. Pero siempre, al final, se quedaba quieto en medio de la calle. Dejaba que la lluvia traspasase su cuerpo sin sustancia y lloraba dejando que sus lágrimas invisibles se mezclasen con el viento que soplaba. Y añoraba un cuerpo. Y añoraba volver a ser alguien.


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lunes, 18 de mayo de 2009

Benedetti


Se nos ha ido uno de los mejores.
Os dejo con sus palabras:

Pasatiempo

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.

Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.

Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.


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martes, 28 de abril de 2009

Escritura

Escribo para viajar a lugares donde nunca estaré, para vivir vidas que nunca tendré. Para descubrir la cara oculta de la luna y llegar al fondo del mar. Para entender porque suceden las cosas a mi alrededor y averiguar las razones del comportamiento de la gente. Para dar un significado al pasado, un vistazo al futuro y una mirada al presente...
Y, también, escribo para poder entenderme, dejando que las letras se dibujen frente a mis ojos.
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martes, 31 de marzo de 2009

Sin titulo

(extracto, proyecto sin titulo todavía)
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Todo había cambiado. Su mundo se había dado roto en mil pedazos que se habían esparcido en el viento y en la inmensidad del horizonte. Sólo quedaba continuar hacia delante. Como lo hacía. Como lo intentaba...
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lunes, 23 de marzo de 2009

La sonrisa rota

(extracto)
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Un foco de luz iluminaba la pista. Enfocaba la solitaria figura que se encontraba ahí. Un payaso de cara blanca, sonrisa alegre, nariz roja y ojos enmarcados por dos pequeñas cruces negras que acentuaban su mirada traviesa. Traje lleno de colores, igual que el sombrero, guantes blancos que agitaba mientras retorcía un globo entre sus manos, dándole forma de animal imposible. Al terminar, lo mostró en lo alto con una expresión orgullosa pero, al mirar hacia los asientos, las comisuras de sus labios dibujaron una sonrisa triste en su rostro. Aunque sólo duró un segundo, lo que tardó en llevarse a la boca otro globo y empezar a hincharlo. Poco a poco, el foco de luz se fue reduciendo, primero ocultando sus ropas, sus manos y, finalmente, su rostro.
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miércoles, 26 de noviembre de 2008

Venganza

Sus ojos eran dos profundos pozos de oscuridad que ardían con fuego. Su boca se había vuelto una línea delgada en su rostro, con un toque de color donde sus labios se juntaban. La sangre se resecaba lentamente en su cara, marcando más aún las dos líneas blancas que empezaban en sus ojos, bajaban por sus mejillas y se perdían por su cuello. Su pelo oscuro, alborotado, y salvaje, estaba ahora erizado, acompañando con sus movimientos la respiración de la chica. Subía y bajaba, y volvía a subir y bajar, mientras el aire salía lenta y furiosamente de sus pulmones. Sus manos se habían transformado en puños, con los nudillos tan blancos y tirantes que se podía observar cada detalle del hueso en ellos.
Permanecía quieta. Observando. En tensión.
Y cuando vio que él hizo un gesto, se lanzó hacia aquella vena palpitante de su cuello. Por primera vez, no mataría para sobrevivir. Por primera vez la movía un sentimiento que no conocía, una sensación de rabia le llenaba todo su cuerpo. Después de mucho tiempo recordó que una vez había sido humana y no una loba... y que la que yacía a sus pies, con sus ojos vacíos y la mirada perdida, era su madre. No le importó el destello plateado que el hombre tenía en las manos, manchado de sangre. No le importaron sus ojos llenos de terror cuando estuvo a unos pocos centímetros de él. Ni siquiera el pánico en su rostro, el temblor en su cuerpo, el cuchillo cayendo al suelo, clavándose al lado de las grandes botas marrones que llevaba, el grito que nunca se llegó a oír en el bosque. No le importó nada... tan sólo el sabor metálico, ligeramente dulce, deslizándose por sus dientes.

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