jueves, 12 de julio de 2007

La mirada



Y mientras miraba aquella fotografía supo que era todo lo que le quedaba de él que no fueran recuerdos en su mente. Intentaba recordar sus rasgos, su sonrisa, su cara... pero no podía: todo en su mente era confuso y borroso. Sólo recuerdos felices de aquellos días de verano, de aquel tiempo en el que fue tan feliz, de aquel año en el que conoció el verdadero significado del amor. Pero de él, de él sólo tenía esa fotografía. Nada más. Sí, era verdad que podía describir su personalidad (tan alegre, tan vivaracho, tan optimista), también podía contar que su voz transmitía seguridad y alegría, que nunca se aburrieron y que le mostró todo lo que se podía imaginar de la vida y mil cosas más. También podía contar cientos de anécdotas de aquellos pocos días que pasó en su compañía, pero de su apariencia, de su cuerpo, de su rostro... no tenía ningún recuerdo.
Tan sólo esa fotografía que mostraba parte de su cara y ese brillo en los ojos que le caracterizaba.
Nada más.