miércoles, 17 de noviembre de 2004

Agua


La lluvia caía con fuerza, resonaba una y otra vez en el cristal de la ventana. Llamaba para entrar a la casa, pero detrás de las cortinas nadie le hacia caso. Tocaba para pasar, pero todos la ignoraban, no querían ver el agua que caía, de la primera tormenta de la primavera.
Cae con fuerza, golpea el vidrio, resuenan en el vacío los rayos y truenos que anuncian el baño de la tierra. Llueve, agua que todo lo purifica, que todo lo baña. Se lleva las penas, lava la tierra, crecen los ríos, moja las aceras…
Frente al frío, la familia se encuentra reunida junto al fuego, oyen con fuerza el agua caer y se enfrascan en sus tareas. Nadie le hará caso, nadie se asomará a comprobar como la primavera llama a su puerta, el agua lava sus campos… se encuentran inmensos en sus vidas... ignorando que son parte de un todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué bonito! Me apena no poderte dejar un comentario más acorde con el contenido de tu escrito, pero es que yo soy metropolitana al 100% y por tanto aprecio en todo su poderío el olor a tierra mojada, y disfruto cuando el viento convierte el paraguas en un trasto inútil que es mejor cerrar para mojarse a gusto. Sin embargo, la lluvia, como otras tantas cosas, no se aprecia cuando es algo cotidiano. Besos