domingo, 12 de diciembre de 2004

"La despedida" II

(parte 2)
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Yo quiero irme de allí, no puedo escapar
Necesito volverte a abrazar


Sus ojos se cerraron poco a poco, la luz de la lámpara se intensificaba, todo se volvía de un color más blanco, una gran paz interior invadía su ser. Los latidos de su corazón espaciaban su ritmo hasta que…
Ya no hubo más.

Ven, cálmate no llores más
Si cierras los ojos verás que sigo junto a ti
Que no me iré sin besar
Una de esas lágrimas que van desde tu cara al mar
La vida viene y va y se va…


Miró la escena que tenía enfrente: una cama de hospital, dos personas en la cama, una de ellas tumbada sobre el pecho de la otra… su cuerpo. No pudo evitar que las lágrimas, que creía agotadas, empezasen a brotar de sus ojos. Se acercó, su alma, ella era invisible y se deslizaba por el suelo muy lentamente, no quería irse sin antes besar, por última vez, a Joan, a su amor, a su verdadero amor.

Era una ilusión, o eso parecía, pues había sentido, en su mejilla, un leve, dulce y tierno beso, de la misma manera que ella le daba siempre. Pero… no podía ser, pues Helena se encontraba en la cama, él estaba apoyado sobre ella, sobre su pecho, y el beso provenía de otra parte. No, no quería ni tan siquiera pensar que “eso” ya había ocurrido, no quería pensar que ya no estaba, que la muerte se la había llevado finalmente. Apretó la mano de Helena que sostenía, pero ella ya no respondió a su suplica, ni tan débilmente como la ultima vez. Cerró los ojos, la cabeza seguía apoyada en su cuerpo, las manos sosteniendo la mano que ya no le respondía… se resistía a aceptarlo.

Salgo del portal, quiero morir
Tú en la habitación, llorando por mí


Tenia que marcharse, no le quedaba ya mucho tiempo para permanecer en el mundo, su lugar ya no estaba entre los vivos, a partir de ahora les observaría desde un lugar más lejano y distante… desde el cielo velaría por él, por todos los que quería y que se quedaban allí en la tierra.

Tú me has hecho tan feliz, que siempre estaré
A tu lado, cuidando de ti


Las formas se desdibujaban poco a poco, y la cama, las dos personas, la lámpara, la habitación… todo desapareció bajo la claridad y la blancura que le rodeaba, donde ella pertenecía ahora… el cielo sería su hogar desde ese mismo momento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿El cielo iba a ser su hogar? ¿Significa que aquí termina? Pues no sé qué decir... No sé si es triste, porque una muerte siempre lo es y más en esas condiciones, dulce, ya que ella se despide con un beso, o esperanzador, ya que parte de la idea de que hay vida después de la muerte (cosa que yo dudo). Así que esperaré un poco antes de dejar un comentario razonable, no sea que aún falte algún detalle más para completar mi juicio ;) Besos

Aurora