sábado, 11 de diciembre de 2004

"La despedida" I


Introducción
Visto que mucha gente empieza a desempolvar y quitar el polvo de los archivos o cajones ^.^, creo que yo también me animo a ello :)
Como breve introducción sólo puedo decir que esta es una historia que escribí hace unas semanas. La tenia almacenada, pero no me atrevía a enseñársela a nadie, bueno, si, un par de personas la leyeron... y les gustó bastante. Así que, ahora, me he decidido a ponerla en la red, para que otras personas (si, vosotros, los que estáis al otro lado) puedan verla y leerla.
Sólo pido, y se que es mucho pedir, que tanto si os ha gustado como si no, dejéis un comentario. Lo que sea, aunque sólo sea un "." o un "*"... lo que prefiráis. Pero, bueno, si no queréis, pues no os obligó ^.^ sólo deseo que os guste, a pesar de lo trágica que es.
Besos
Lyl

Pd: La pondré en varias partes, ya que es un poquito larga ;)
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"La despedida"
(Nota: El texto que esta en cursiva pertenece a la canción titulada “Adiós” del grupo español “La oreja de Van Gogh” de su disco “Lo que te conté mientras te hacías la dormida”)

Estaban solos.
Una pálida luz se encargaba de dibujar las débiles sombras, y delimitaba, suavemente, los rostros de los dos únicos ocupantes. Los demás se encontraban fuera de la estancia, esperando en el pasillo el fatal desenlace, ella así lo había pedido, quería estar a solas con él hasta el final.

Tengo que irme ya, abrázame
Nada más llegar, te llamaré

Y ahí estaban, al final de todo, la enfermedad había vencido, y sólo quedaba esperar, esperar el ultimo suspiro y luego… luego la paz.
La mano de Joan sujetaba fuertemente las delgadas y pálidas manos de Helena, ya sin fuerzas para nada más, con una tranquilidad que se reflejaba en su rostro, contrastando con la mirada llena de lágrimas de su acompañante.

Déjame marchar, no llores más
Túmbate otra vez, te dormirás

Tenía la cabeza de él apoyada en su pecho y le acariciaba, con la mano que quedaba libre, el pelo tan castaño y tan rebelde del hombre del cual se había enamorado profundamente. Ella ya sabia que, por desgracia, la enfermedad que tenia no había forma humana de curarla, no había solución posible, pues había investigado en todos los lugares, había ido preguntando a todo el mundo que podía, había buscado en los lugares más recónditos y a las personas más expertas, pero nadie, nadie conocía su cura, la solución a la enfermedad que le carcomía por dentro el cuerpo. Si tan sólo hubiera sido cáncer lo que le rompía el interior por dentro (ya que este en muchos de los casos se podía curar o existía tratamiento para paliarlo), pero no, no lo era, lo que tenia era tan complicado y tan difícil de explicar… destruía los órganos interiores, dejaba sin funcionamiento, poco a poco, el sistema circulatorio, los pulmones, el corazón… todo dejaba, algún día de funcionar y así acababa con su vida… se habían dado tan pocos casos en el mundo que nadie sabia nada de nada sobre esa inexplicable enfermedad.

Reflexionaba sobre todo ello mientras pensaba en todos sus años de felicidad que había pasado junto a la persona que le acompañaba en esos últimos instantes, y que se encontraba agarrada fuertemente junto a ella, no queriéndole dejar marchar.

Te he dejado atrás, no pienso en ti
Oigo “adiós amor”, cae sobre mí


Sus lágrimas ya se habían agotado, no le quedaba más para llorar por el futuro que no tenía. Sólo, esperaba, que los que dejaba atrás, pudiesen rehacer su vida sin ella a su lado, había asumido su marcha, sabia que iba a morir, tarde o temprano, aunque lo irremediable había ocurrido demasiado pronto, más de lo esperado.

¿Por qué?
¿Por qué, ahora que era tan feliz, la vida se empeñaba en arrebatarle lo que más quería?
¿Por qué la enfermedad era tan cruel?
¿Y por qué tanto sufrimiento?
No quería separarse de ella, no quería que se fuese, que le dejase solo. Quería estar con ella, vivir juntos, felices como hasta ahora.
Por ello, agarraba fuertemente su mano con la de ella, apoyaba su cabeza sobre su pecho enfermo, intentando de esta manera, contagiarle un poco de la salud que no tenia, de la vida que se le iba tan rápidamente.
“No te vayas” ”No te la lleves”, gritaba interiormente a la muerte, mientras sus lágrimas caían lentamente sobre la ropa blanca que vestía a Helena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno... Yo hubiese preferido aplazar el dejarte un comentario hasta leer la historia completa, sobre todo porque la clase de situaciones que describes son difíciles de comentar sin caer en el sentimentalismo o en una frialdad casi despectiva. Así que, por ahora, me limitaré a esperar un poco más.

Eso sí, desempolvar cosillas del disco duro es la mejor manera de airear ideas que ya existían y no perder compás en el blog :) Besos

Aurora (carboanion)